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ChineseMujeres de la División Azul.
Mercedes Milá, jefa de Enfermeras
Otro de los temas olvidados y que ha carecido de todo reconocimiento, ha sido la extraordinaria labor que llevaron a cabo las mujeres dentro de la División Azul.
Mercedes Milá Nola nació en Barcelona el 22 de Septiembre de 1895. Su padre fue Comandante de Marina de Ceuta. En Madrid cursó los estudios de Enfermería en la Cruz Roja Española, obteniendo el 3 de junio de 1921 el carnet como Dama Enfermera de Primera Clase de la Cruz Roja. Varios años después, con una beca otorgada por la Fundación Rockefeller marchó a Londres al Bedford College para realizar un curso de Escuelas y Hospitales.
Durante la II República la nombraron Inspectora Secretaria de la Escuela de Instructoras de Sanidad (B.O.E. 256 del 13/09/1934). Realizó viajes de estudio a las escuelas de enfermería de Varsovia, Budapest, Lyon y Viena y entre 1934 y 1935 fundó la revista La Visitadora Sanitaria.
El Doctor Estellés al comenzar la Cruzada Nacional de Liberación, le encargó organizar al personal de enfermería en el hotel Ritz, que había sido convertido en un hospital por el bando republicano. Cuando la avisaron de que los milicianos la buscaban para asesinarla, se marchó a Reus para refugiarse en casa de su madre.
Poco tiempo después llega a Salamanca (Zona Nacional) a través de Francia, cruzando porHendaya. Fue la única mujer que formó parte del Cuartel General del Generalísimo, ostentando en su uniforme la placa reglamentaria.
El 24 de Marzo de 1937 la nombraron Inspectora General de los Servicios Femeninos de Hospitales (B.O.E. 157 del 26/03/1937). Bajo su gestión 15.038 Sanitarias Subalternas prestaron servicios en los diferentes centros, de ellas 8.938 poseían la titulación de Enfermeras.
Crea el 31 de julio de 1941 el Cuerpo de Damas Auxiliares de Sanidad Militar. Un grupo de 87 marcharon hacia Alemania para prestar servicios en la División Azul como enfermeras de la Cruz Roja.
Un total de 146 enfermeras participaron en la Campaña de Rusia, de las cuales 84 pertenecían a la Sección Femenina y 62 eran Damas Auxiliares de Sanidad Militar.
Las enfermeras españolas fueron destinadas a los hospitales de evacuación y convalecientes de la División Azul que se hallaban en Porjov, Riga y Vilna, Berlin, Hof y Könisberg.
Estuvo al mando de la Agrupación de Enfermeras Militares que acudieron a Rusia con la División Española de Voluntarios, a su regreso continuó ocupando el puesto de Inspectora General.
Creó el boletín Cruz de Malta y colabora con el suplemento de la revista Medicina y Cirugía de Guerra entre 1947 y 1951.
Falleció el 13 de diciembre de 1990 a la edad de 95 años, estando enterrada en el Cementerio de La Almudena de Madrid. Estaba en posesión de varias condecoraciones como la Medalla de la Cruz Roja, Medalla de la Campaña, Placa y Cruz del Mérito Militar y otras.
La historiadora Isabel Uriarte, en su libro “Mujeres en la División Azul” editado por Ediciones Barbarroja y con prólogo del profesor Togores, hace un profundo análisis y reconocimiento a todas estas mujeres y también le dedica una parte a Mercedes Milá Nolla, de la que destaca que “era una incansable mujer que luchó por sus ideales hasta el final de sus días”.
En Diario Ya, le hacen una curiosa entrevista sobre este libro, del que transcribo una pregunta con su correspondiente respuesta por parte de la referida escritora:
Ya. ¿Entre las mujeres voluntarias que marcharon a la División Azul predominaba el ánimo de venganza contra los asesinos de las milicias republicanas, la admiración al nazismo, o la convicción de que luchar contra el comunismo era hacerlo en favor de libertades tales como la religiosa?
I Uriarte.
En un contexto de alegría generalizada el 22 de agosto de 1941 partieron de Madrid la enfermeras falangistas. Un día antes, Arrese fue a despedirlas a la Escuela del Hogar, donde se habían preparado durante casi dos meses. Veteranas de la Guerra Civil, casi todas lucían condecoraciones obtenidas en el frente. Accedieron al expreso de Irún, tras abrirse paso a duras penas entre el gentío concentrado en los andenes. Las acompañaba la jefa de las enfermeras militares, Mercedes Milá, los jefes y oficiales militares de la Sanidad divisionaria, y un capellán del hospital militar de Carabanchel. En Vitoria se sumaron a la expedición algunas enfermeras más y sanitarios. De momento todo era alegría.
Todas las expediciones de enfermeras salieron en tren desde Madrid, aunque se hacía escala en Vitoria e iban vía Irún / Hendaya hacia Alemania por Burdeos y París y una vez en Alemania, a través de Stuttgart llegaban al campamento de Grafenwörh.
El tiempo medio de permanencia de las enfermeras era de 6 meses, al cabo de los cuales regresaban a España (exceptuando los dos últimos contingentes, en que los regresos se adaptaron a las necesidades de repatriación de los divisionarios heridos).
El día a día de las enfermeras era una pesadilla. A cualquier hora del día o de la noche llegaban camiones o ambulancias abarrotadas de heridos, empapados de barro o sangre, con las primeras curas o solo un vendaje de trapos hechos con urgencia en un campo de batalla. Las enfermeras tenían que moverlos, llevarlos a la ducha para asearlos antes de entrar en los quirófanos. Otros llegaban con síntomas de congelación y, en ocasiones, al quitarles las botas y los calcetines algunos perdían los dedos.
La devoción a su trabajo y el espíritu de sacrificio con que lo desempeñaban les hacían reponerse de las náuseas que les provocaba el olor de las terribles heridas que tenían que curar, aquel olor que penetraba en las ropas y hasta en las paredes de las salas en donde se instalaba a los heridos.
Cada soldado y cada gesto de dolor dejaron una huella imborrable en esas mujeres, sobre todo los que estaban en la sala de mutilados con horribles amputaciones, que eran los que más necesitaban ayuda médica y psicológica. También trataban mucho dolencias hepáticas y ulceraciones provocadas por las picaduras de los mosquitos, que casi adquirieron carácter de epidemia en los veranos rusos. En invierno se trataban congelaciones y en verano picaduras de mosquitos por el calor.
En la página de la Fundación José Antonio Primo de Rivera, en el apartado de Joseantonianos Ilustres (www.fundacionjoseantonio.es) pueden encontrar más información sobre ésta y otras personas de enorme relevancia.
Cuando comencé a investigar sobre este tema, me quedé perpleja cuando me encontré con este nombre, el de Mercedes Milá Nolla, ya que era la tía abuela de la famosa periodista y presentadora. Su sobrino (padre de los periodistas Mercedes y José Luis Milá), José Luis Milá Sagnier, conde de Montseney, era abogado de profesión y apoyó a Franco durante la Guerra Civil Española, alistándose en el Tercio de Montserrat y luchando en la Batalla del Ebro.
Parece ser que los descendientes no deben sentir un gran orgullo sobre los logros de sus antepasados porque no he encontrado ningún reconocimiento al respecto por parte de la familia. En mi caso particular, si yo hubiera tenido una tía abuela que hubiera actuado de esta forma y en la posición de privilegio en la que se encuentran los dos hermanos por su profesión, haría referencia a ella a la más mínima oportunidad, pero supongo que ello “devaluaría” la imagen progresista, que sobre todo la periodista está tan empeñada en ofrecer a sus seguidores tan particulares.
No puedo terminar este artículo sin poner un gran énfasis en aclarar que los divisionarios no tenían ni idea de lo que estaba ocurriendo con los judíos en la Alemania de Hitler; su objetivo fue luchar y dar su vida por la defensa de nuestra Patria e impedir que España fuera invadida por los rusos y la implantación de un régimen comunista. Por ello fueron en condiciones paupérrimas, con un extremado sentimiento patriótico. Hombres y mujeres que antepusieron todo por la defensa de unos ideales y su amor a un país llamado España. Es evidente que los valores de aquella época, desgraciadamente en gran parte de la sociedad han quedado en el olvido, como también ha ocurrido con estas y otras muchas personas que iré dando a conocer poco a poco.
Si actualmente hubiera personas con esta talla moral, entrega altruista y el amor a su Patria como a las que rendimos este pequeño homenaje, qué diferente sería la situación actual política y social en nuestro País.
Mercedes Milá Nola nació en Barcelona el 22 de Septiembre de 1895. Su padre fue Comandante de Marina de Ceuta. En Madrid cursó los estudios de Enfermería en la Cruz Roja Española, obteniendo el 3 de junio de 1921 el carnet como Dama Enfermera de Primera Clase de la Cruz Roja. Varios años después, con una beca otorgada por la Fundación Rockefeller marchó a Londres al Bedford College para realizar un curso de Escuelas y Hospitales.
Durante la II República la nombraron Inspectora Secretaria de la Escuela de Instructoras de Sanidad (B.O.E. 256 del 13/09/1934). Realizó viajes de estudio a las escuelas de enfermería de Varsovia, Budapest, Lyon y Viena y entre 1934 y 1935 fundó la revista La Visitadora Sanitaria.
El Doctor Estellés al comenzar la Cruzada Nacional de Liberación, le encargó organizar al personal de enfermería en el hotel Ritz, que había sido convertido en un hospital por el bando republicano. Cuando la avisaron de que los milicianos la buscaban para asesinarla, se marchó a Reus para refugiarse en casa de su madre.
Poco tiempo después llega a Salamanca (Zona Nacional) a través de Francia, cruzando porHendaya. Fue la única mujer que formó parte del Cuartel General del Generalísimo, ostentando en su uniforme la placa reglamentaria.
El 24 de Marzo de 1937 la nombraron Inspectora General de los Servicios Femeninos de Hospitales (B.O.E. 157 del 26/03/1937). Bajo su gestión 15.038 Sanitarias Subalternas prestaron servicios en los diferentes centros, de ellas 8.938 poseían la titulación de Enfermeras.
Crea el 31 de julio de 1941 el Cuerpo de Damas Auxiliares de Sanidad Militar. Un grupo de 87 marcharon hacia Alemania para prestar servicios en la División Azul como enfermeras de la Cruz Roja.
Un total de 146 enfermeras participaron en la Campaña de Rusia, de las cuales 84 pertenecían a la Sección Femenina y 62 eran Damas Auxiliares de Sanidad Militar.
Las enfermeras españolas fueron destinadas a los hospitales de evacuación y convalecientes de la División Azul que se hallaban en Porjov, Riga y Vilna, Berlin, Hof y Könisberg.
Estuvo al mando de la Agrupación de Enfermeras Militares que acudieron a Rusia con la División Española de Voluntarios, a su regreso continuó ocupando el puesto de Inspectora General.
Creó el boletín Cruz de Malta y colabora con el suplemento de la revista Medicina y Cirugía de Guerra entre 1947 y 1951.
Falleció el 13 de diciembre de 1990 a la edad de 95 años, estando enterrada en el Cementerio de La Almudena de Madrid. Estaba en posesión de varias condecoraciones como la Medalla de la Cruz Roja, Medalla de la Campaña, Placa y Cruz del Mérito Militar y otras.
La historiadora Isabel Uriarte, en su libro “Mujeres en la División Azul” editado por Ediciones Barbarroja y con prólogo del profesor Togores, hace un profundo análisis y reconocimiento a todas estas mujeres y también le dedica una parte a Mercedes Milá Nolla, de la que destaca que “era una incansable mujer que luchó por sus ideales hasta el final de sus días”.
En Diario Ya, le hacen una curiosa entrevista sobre este libro, del que transcribo una pregunta con su correspondiente respuesta por parte de la referida escritora:
Ya. ¿Entre las mujeres voluntarias que marcharon a la División Azul predominaba el ánimo de venganza contra los asesinos de las milicias republicanas, la admiración al nazismo, o la convicción de que luchar contra el comunismo era hacerlo en favor de libertades tales como la religiosa?
I Uriarte.
Detrás de la mayoría de las enfermeras voluntarias había solo el pensamiento de ayudar a sus compatriotas heridos. Poco o nada sabían de ideologías nazis, como contabaPaz Ramos-Yzquierdo. Muchas de ellas eran expertas enfermeras veteranas de la Guerra Civil, como fue el caso de las hermanas Larios y otras muchas; o se alistaron de enfermeras como tributo a sus hermanos o padres caídos en la Guerra. Pero todas se marcharon al frente ruso sabiendo que la empresa no era fácil y viviendo en primera persona las consecuencias de la guerra, soportando los helados inviernos rusos y las penalidades que ello conllevaba. Se alistaron voluntarias y volvieron a España convertidas en valientes mujeres, maduraron con el dolor ajeno y su amor al prójimo, y con la satisfacción de haber sido útiles a su Patria desde miles de kilómetros de distancia. Les hubiera sido más fácil quedarse en España y haber tenido una vida cómoda y sin preocupaciones. Pero como dijoJosé Antonio, “la vida es milicia”, y ellas siguieron esta máxima al pie de la letra.
Del mencionado libro “Las Mujeres de la División Azul” y con el fin de poder entender mejor la labor de estas mujeres, transcribo literalmente dos pequeños apartados.
LA PARTIDA
En un contexto de alegría generalizada el 22 de agosto de 1941 partieron de Madrid la enfermeras falangistas. Un día antes, Arrese fue a despedirlas a la Escuela del Hogar, donde se habían preparado durante casi dos meses. Veteranas de la Guerra Civil, casi todas lucían condecoraciones obtenidas en el frente. Accedieron al expreso de Irún, tras abrirse paso a duras penas entre el gentío concentrado en los andenes. Las acompañaba la jefa de las enfermeras militares, Mercedes Milá, los jefes y oficiales militares de la Sanidad divisionaria, y un capellán del hospital militar de Carabanchel. En Vitoria se sumaron a la expedición algunas enfermeras más y sanitarios. De momento todo era alegría.
Todas las expediciones de enfermeras salieron en tren desde Madrid, aunque se hacía escala en Vitoria e iban vía Irún / Hendaya hacia Alemania por Burdeos y París y una vez en Alemania, a través de Stuttgart llegaban al campamento de Grafenwörh.
El tiempo medio de permanencia de las enfermeras era de 6 meses, al cabo de los cuales regresaban a España (exceptuando los dos últimos contingentes, en que los regresos se adaptaron a las necesidades de repatriación de los divisionarios heridos).
EL DURO TRABAJO DE LAS ENFERMERAS
El día a día de las enfermeras era una pesadilla. A cualquier hora del día o de la noche llegaban camiones o ambulancias abarrotadas de heridos, empapados de barro o sangre, con las primeras curas o solo un vendaje de trapos hechos con urgencia en un campo de batalla. Las enfermeras tenían que moverlos, llevarlos a la ducha para asearlos antes de entrar en los quirófanos. Otros llegaban con síntomas de congelación y, en ocasiones, al quitarles las botas y los calcetines algunos perdían los dedos.
La devoción a su trabajo y el espíritu de sacrificio con que lo desempeñaban les hacían reponerse de las náuseas que les provocaba el olor de las terribles heridas que tenían que curar, aquel olor que penetraba en las ropas y hasta en las paredes de las salas en donde se instalaba a los heridos.
Cada soldado y cada gesto de dolor dejaron una huella imborrable en esas mujeres, sobre todo los que estaban en la sala de mutilados con horribles amputaciones, que eran los que más necesitaban ayuda médica y psicológica. También trataban mucho dolencias hepáticas y ulceraciones provocadas por las picaduras de los mosquitos, que casi adquirieron carácter de epidemia en los veranos rusos. En invierno se trataban congelaciones y en verano picaduras de mosquitos por el calor.
En la página de la Fundación José Antonio Primo de Rivera, en el apartado de Joseantonianos Ilustres (www.fundacionjoseantonio.es) pueden encontrar más información sobre ésta y otras personas de enorme relevancia.
Cuando comencé a investigar sobre este tema, me quedé perpleja cuando me encontré con este nombre, el de Mercedes Milá Nolla, ya que era la tía abuela de la famosa periodista y presentadora. Su sobrino (padre de los periodistas Mercedes y José Luis Milá), José Luis Milá Sagnier, conde de Montseney, era abogado de profesión y apoyó a Franco durante la Guerra Civil Española, alistándose en el Tercio de Montserrat y luchando en la Batalla del Ebro.
Parece ser que los descendientes no deben sentir un gran orgullo sobre los logros de sus antepasados porque no he encontrado ningún reconocimiento al respecto por parte de la familia. En mi caso particular, si yo hubiera tenido una tía abuela que hubiera actuado de esta forma y en la posición de privilegio en la que se encuentran los dos hermanos por su profesión, haría referencia a ella a la más mínima oportunidad, pero supongo que ello “devaluaría” la imagen progresista, que sobre todo la periodista está tan empeñada en ofrecer a sus seguidores tan particulares.
No puedo terminar este artículo sin poner un gran énfasis en aclarar que los divisionarios no tenían ni idea de lo que estaba ocurriendo con los judíos en la Alemania de Hitler; su objetivo fue luchar y dar su vida por la defensa de nuestra Patria e impedir que España fuera invadida por los rusos y la implantación de un régimen comunista. Por ello fueron en condiciones paupérrimas, con un extremado sentimiento patriótico. Hombres y mujeres que antepusieron todo por la defensa de unos ideales y su amor a un país llamado España. Es evidente que los valores de aquella época, desgraciadamente en gran parte de la sociedad han quedado en el olvido, como también ha ocurrido con estas y otras muchas personas que iré dando a conocer poco a poco.
Si actualmente hubiera personas con esta talla moral, entrega altruista y el amor a su Patria como a las que rendimos este pequeño homenaje, qué diferente sería la situación actual política y social en nuestro País.
Mujeres de la División Azul: Mercedes Milá, jefa de Enfermeras - POR MERCEDES VALDIVIA
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